Óvalos

Óvalos

No sé cuantos años hace pero desde luego muchos .Eran otros tiempos, lejanos, los tiempos de la niñez cuando se ha vivido mas de media vida son siempre lejanos. Cuesta trabajo recordar momentos, imágenes, personas y sensaciones pero justo ahora se me vino una a la memoria, recordé cuando fue la primera vez que me sentí importante. Tendría unos siete u ocho años, vestía de monaguillo correteando libre entre dos filas de serios, muy serios nazarenos que hacían la penitencia delante del Cristo de la Humildad y Paciencia que el Lunes Santo recorre las calles de mi entrañable pueblo. Ellos con sus largos capirotes y penetrante mirada solicitaban mis servicios siempre que su cirio se quedaba sin llama y yo con la cerilla encendida solucionaba el problema de una fila a otra. Era una labor seria porque primero ¡andaba con fuego! y segundo, hacia algo que los mayores (serios y con capirotes) no podían hacer.¡Como para no sentirme importante! ¡Como para no recordarlo!
La cosa se repitió varios años hasta que pasé a ser de los “mayores” y con diez o doce años, con túnica y capirote me dejaba encender mi cirio por los “pequeños monaguillos”.El cambio de grado volvió a hacerme sentir importante ya que empecé a formar parte como hermano de tan Ilustre Hermandad y hacer estación de penitencia todos los Lunes Santo.
Por motivos de familia, estudios, profesión, etc. trasladé residencia a Sevilla y por algún tiempo tuve que dejar tan añorado evento anual. Gracias a Dios todo lo recuperé mas tarde y puedo hacer la penitencia delante de mi Cristo, ahora, con alguno de mis hijos.
Mi cristo tiene un paso serio que infunde devoción, es lo que mas me gusta. Pero la madera de respiraderos y canastilla de color caoba oscura hacen el paso, que es de gran tamaño, algo monótono. Siempre pensé que le faltaba algo.
Año tras año pensaba cual seria la forma de alegrarlo, respetuosamente, sin que perdiera su seriedad. Había que buscar algo.¿Y por que no yo? ¡Con lo que me gusta pintar!……
No lo pensé dos veces y me puse manos a la obra. Observándolo detenidamente comprobé que lo mas lógico era decorar los doce óvalos que la madera tiene tallados. Seguro que cuando se hicieron ya pensarían que en su día alguien debería pintarlos.
Después de visitar el lugar donde se guarda, vi que pintarlos directamente en la madera era arriesgado y probé a recortar óvalos a medida en un lienzo, plástico y otros materiales para después pegarlos en su día y luego guardarlos aparte. El mejor resultado lo dio el óleo sobre metal con lo que hice una prueba definitiva que presente a la Hermandad para su visto bueno.
Cuando vi que la idea fue aprobada me amarré a los pinceles con toda ilusión y empecé a elegir y pintar escenas de la pasión y vida de Jesucristo. Son ocho óvalos verticales para la canastilla y cuatro horizontales para los respiraderos. Para los primeros elegí un Jesús crucificado, azotado, coronado de espinas, en brazos de Maria, en una caída con la cruz, entrando en Jerusalén, el encuentro con la Verónica y con los pescadores; para los segundos ,en la cruz con los ladrones, orando en el huerto, con la cruz a cuestas y la Santa cena.
Al escribir estas líneas aún no están terminados, pero si está controlado el tiempo para que el trabajo este listo en la fecha deseada. Antes de formar parte del paso de Cristo serán parte principal de la exposición de pinturas que se inaugurará el 12 de Marzo en la sala “Hache” de Sevilla.
Ni que decir tiene que me llena de ilusión y satisfacción el contribuir con mi modesta obra a exornar el paso de mi Cristo de la Humildad y paciencia .He vuelto a sentirme “importante”,no tanto como prendía la llama de los cirios ni cuando me puse mi primer capirote pero “importante al fin y al cabo”.

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